En un día como hoy, son múltiples las sensaciones que sentimos las mujeres que tenemos la inmensa fortuna de ser madres y, a su vez, contar entre nosotras con nuestras madres. El hecho de ser ellas abuelas, no les impide ser, ante todo, madres; al igual que a nosotras el hecho de ser hijas, no nos imposibilita el sentirnos antes que nada, como madres…

 volvemos a recordar cómo no hemos sido capaces de valorar y agradecer todo lo que ellas han hecho en su vida hasta que nosotras mismas hemos sido madres

Y precisamente es en este tipo de días, cuando muchas mujeres nos ponemos a pensar en nuestras madres. Y acordándonos de ellas, volvemos a recordar cómo no hemos sido capaces de valorar y agradecer todo lo que ellas han hecho en su vida, hasta que nosotras mismas hemos sido madres. Su paciencia, dedicación, desvelos y continuas negaciones de sí mismas, para cuidar y estar constantemente encima de nosotras, son un ejemplo de vida. Una de las principales forma que tenemos de agradecérselo es intentar hacer con nuestros hijos/as un poco de lo que ellas fueron capaces de hacer.

Bien sabemos que no existe la madre perfecta, pero sí hay un millón de maneras de ser una buena madre. Cada una en las circunstancias que la vida le haya brindado y con los retos que se haya propuesto o le hayan sobrevenido, pero siempre sabiendo que sus hijos e hijas dependen en gran medida de su cariño y dedicación. Por todo ello, hoy quiero acordarme especialmente de todas aquellas madres y abuelas que están sufriendo el azote de la crisis económica. Todas esas mujeres que, junto a sus maridos e hijos/as, están luchando para sacar adelante sus economías familiares y desarrollando más que nunca su labor como madres o abuelas. Para todas vosotras, feliz Día de la Madre.