Estos días, entre la alfombra roja y el manto blanco…, los focos de atención mediática se están desviando, aunque sea por unas horas, de la crisis, la corrupción y demás bajezas humanas a que estamos acostumbrados desde hace meses.

Las últimas nevadas que están cubriéndonos, además de dejarnos una bonita estampa y una gran felicidad entre los más pequeños, están logrando tapar por un tiempo, o poner en segundo lugar temas tan espinosos como la huelga de Iberia, los 5.000 perceptores de la renta de garantía que Lanbide busca o la calamitosa situación del Athletic,…

 pese a toda la nieve que caiga o lo larga que pueda ser la alfombra roja, hay realidades que se acaban por imponer

Pero, pese a toda la nieve que caiga o lo larga que pueda ser la alfombra roja, hay realidades que se acaban por imponer y ahí está el señor Berlusconi en Italia, que parece que vuelve para ponernos la puntilla al resto de países que dependemos de cierta estabilidad.

En cualquier caso, si por unos meses pareció que nuestra situación financiera se calmaba y que ya no había ni prima, ni primo y podíamos centrarnos en nuestros no pocos problemas internos… nada más lejos de la realidad. Han bastado unas elecciones en nuestro país vecino para recordarnos que aquí los mediocres estamos todos en el mismo vagón de cola y que cuando se tambalea uno, el resto vamos detrás. Pero no pasa nada, mientras aquí comenzamos otro calvario, nuestros “amigos” alemanes están felices, y no por su gran manto de nieve, si no por la “inesperada” llegada de mano de obra cualificada durante los últimos semestres desde los países del vagón de cola. Nada, nos volverán a dar unos millones para que devolvamos a sus bancos y así todos contentos.