Hace unos días conocimos que la Diputación Foral de Gipuzkoa quiere estudiar la posibilidad de eliminar la declaración conjunta en el IRPF, con la intención de influir en la igualdad entre hombres y mujeres. Dicha institución entiende que, el modelo de declaración conjunta, dificulta la entrada de las mujeres en el mercado laboral y las perpetua en las labores domésticas y cuidado de hijos y personas dependientes, que tradicionalmente son asignadas a las mujeres.
Desde Bizkaia y Álava los responsables de Hacienda ya se han desmarcado de cualquier estudio en este sentido y han manifestado su perplejidad ante dicha propuesta. Y es que, pese a que se tratara de una medida acompañada de una revisión en profundidad de las deducciones familiares, e incluso mejoraran algunas, no parece ni el momento, ni la forma de plantearlo.
¿Dónde queda la libertad de elección y el respeto, si hay constantes referencias peyorativas hacia la labor de la mujer en el hogar y el cuidado de sus hijos e hijas?
Y, desde el punto de vista femenino, lo que nos parece retrógrado es hacer el planteamiento o hacer entrever que muchas mujeres que están sacando adelante sus hogares lo hacen de forma impuesta o preferirían no hacerlo. Por supuesto que somos muchas las mujeres que hemos decidido trabajar fuera del hogar, conciliando como podemos nuestra vida laboral y familiar, pero igualmente hay muchas otras que han decidido trabajar en sus casas, cuidando a sus hijos o familiares. ¿Dónde queda la libertad de elección y el respeto, si hay constantes referencias peyorativas hacia la labor de la mujer en el hogar y el cuidado de sus hijos e hijas?
Son miles de mujeres que hacen un trabajo impagable y que en muchos casos llegan allí donde el Estado o el gobierno autonómico no puede o no quiere llegar
La progresiva y necesaria incorporación de la mujer al mundo profesional no da derecho a nadie a menospreciar o señalar a aquellas que han decidido libremente trabajar en sus hogares. Son miles de mujeres que hacen un trabajo impagable y que en muchos casos llegan allí donde el Estado o el gobierno autonómico no puede o no quiere llegar. Son auténticas gestoras de sus pequeñas empresas familiares, sus hogares, que poseen unas destrezas y capacidades que para sí quisieran muchas empresas. Vivimos en un país donde no se valora apenas esta labor oculta, constante y que dura las 24 horas del día los 365 días del año. Propuestas formuladas como ha hecho esta institución, son un claro ejemplo.