Ayer leí en un medio digital una afirmación del señor Artur Mas, que me ha dado mucho que pensar… El presidente de la Generalitat, para defender a un compañero de su partido al que se vincula en una trama de corrupción, afirmó lo siguiente: ‘la corrupción no existe hasta que se demuestre”.

Dejando a un lado a quién ha dicho esta frase y sin ningún ánimo de personalizar el asunto, considero que esta idea de fondo es una de las claves de los problemas éticos y de podredumbre que corrompen nuestra sociedad. ¿Realmente podemos pensar que, si no se demuestra, la corrupción no existe? Cosa aparte es el deber de considerar inocente a cualquier ciudadano hasta que un juzgado diga lo contrario…, pero de ahí a insinuar que no hay corrupción mientras que no se consiga demostrar… hay un largo camino.

 ¿Cómo vamos a decirles a nuestras hijas e hijos que sean honestos, trabajadores, honrados… con semejante cultura popular en la calle?

Y esta es una de nuestras más arraigadas lacras: no pasa nada, mientras no te cacen, mientras no te pillen, mientras se tenga contento a quien pudiera decir algo… Mensajes como éste son los que calan en la sociedad y se filtran a todos los niveles. ¿Cómo vamos a decirles a nuestras hijas e hijos que sean honestos, trabajadores, honrados… con semejante cultura popular en la calle? Y estos meses estamos viendo hasta qué punto había calado… y cómo esta forma de pensar está en todos los estamentos, por no hablar de instituciones…

Cualquier acto poco ético, ilegal, inmoral o, directamente corrupto, está mal, se pueda demostrar o no. Debemos tener el absoluto convencimiento personal de que si robas, eres un ladrón, pese a que no te cacen. Si maltratas, eres un maltratador, pese a que no te denuncien o condenen. Si estafas, evades al fisco o realizas cualquier otro tipo de corruptela, eres un corrupto, pese a que no te denuncien o juzguen.

De igual forma, no podemos permitir que el compañerismo, corporativismo o amiguismo, sigan impidiendo que estos casos salgan a la luz, al igual que no debe evitarlo el miedo. Sí, el pavor que muchos sienten a que se active el ventilador o se tire de la manta, llevándose por delante a propios y extraños. Bueno, parece que nos tendremos que conformar con que no haya una amnistía para los corruptos, al igual que sí hubo una fiscal para los defraudadores.