Vacaciones en familia

En menos de una semana y aprovechando la festividad de San Ignacio, comenzarán las ansiadas vacaciones para muchas familias. Serán dos, tres o cuatro semanas, dependiendo de las necesidades de conciliación laboral y familiar de cada uno, en las que podremos dedicar unos días en exclusiva a nuestras hijas e hijos.

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Tendremos que hacer un gran esfuerzo para abstraernos en la medida de lo posible de los negros nubarrones que a diario se ciernen sobre nuestra maltrecha economía y de los asfixiantes recortes y ajustes que semanalmente conocemos. Un torbellino que amenaza con llevarse por delante todo lo que pille, pero que no puede hacernos olvidar que hay unos seres pequeños y no tan pequeños que inconscientemente llevan un año esperando a que les dediquemos mayor atención y tiempo: nuestras hijas e hijos.

Y es que las vacaciones veraniegas constituyen una gran oportunidad para mejorar nuestra comunicación con ellos y compartir momentos que durante el resto del año son imposibles de realizar. Es la ocasión de jugar y pasar horas con los más pequeños y de hablar con mayor calma y metiendo la cabeza, con los más mayores, de todos esos temas que durante el curso es más complicado tratar por el trajín del día a día que estamos abocados.

Al mismo tiempo, es bueno no olvidar que somos “el modelo” que ellas y ellos toman como referente, teniendo especial cuidado en vacaciones, ya que pasaremos más tiempo juntos y, por lo tanto, se fijarán más en nosotros. Ya sea en una casa familiar, en un camping o en unos días en la playa…, es la ocasión perfecta para hablar y buscar ejemplos de solidaridad, generosidad, respeto y todo el conjunto de valores que tanto echamos en falta en la juventud de hoy en día.

Basta ver un telediario con ellas y ellos, para, por desgracia, tener que explicarles la mayoría de estos valores… o, más bien, la ausencia de éstos… De igual forma, la precaria situación económica y necesaria sobriedad con que la mayoría de familias tenemos que afrontar estas vacaciones, nos deben servir para explicarles, incluso a los más pequeños, qué sucede cuando no somos mínimamente austeros. Para contarles cómo, no sólo en el tercer mundo, sino aquí en nuestra ciudad o donde estemos de vacaciones, hay muchas familias que no tienen para comer.

Y no puedo despedir mi última intervención del prismático de este curso sin hacer referencia a quienes están gestionando nuestra descontrolada situación económica. Desde el gobierno, desde la oposición o desde cualquier cargo de responsabilidad en todo ello, ya sea local, territorial, autonómica o estatal; Tan sólo les pido, al igual que millones de familias, que se UNAN, que se dejen de hacer la zancadilla unos a otros y que hagan todo lo posible para sacarnos de ésta, sin buscar réditos electorales. Porque, cada vez se confirma más que, cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecemos perdemos el respeto.

Que disfrutéis de unas merecidas vacaciones y, cómo no, EN FAMILIA.

 

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